(Spanish follows English version)
Q: What is happening with Venezuelan democracy since the re-election of President Hugo Chávez in December 2006?
President Chávez announced that he would deepen the Bolivarian Revolution and establish "21st century socialism." He draws on Simón Bolívar's 19th century ideas of South American integration, and on a new approach to socialism based on a mixed economy with majority state control, distribution of oil revenues, worker participation in businesses, and greater popular participation in political decision-making.
To carry out these changes, the national legislature granted him the power to decree legislation for 18 months and to propose reforms to the 1999 constitution. This delegation of authority gave the president an unprecedented degree of power to make decisions for the country, which is a double-edged sword. On the one hand, it provides more efficiency in decision-making, but on the other, it makes the country extremely dependent on one person's ideas without the benefit of debate and analysis of pros and cons of alternative positions. This approach reduces the possibility for political legitimacy and trust in the democratic system gained from public debate and meaningful political participation, and increases the possibility for abuse of power when checks and balances are weakened.
Q: Does the government's refusal to renew the broadcast license of RCTV, the most critical national television station, harm democracy in Venezuela?
Governments in most democracies have the authority to grant concessions for use of the public airwaves. At the same time, they have the responsibility, according to international human rights treaties and to their own legislation, to protect and promote freedom of expression and a diversity of sources of information free from political pressure. In Venezuela, the mass media – private and state-owned -- have been a part of the deep divisions in the country, reflecting and contributing to political polarization. There are very few spaces and opportunities for debate and dialogue among those who support the government and those who oppose it. The national legislature and the vast majority of governors and mayors are government allies. The government already owns and controls an important number of media: five national or regional TV stations (including the new TVES replacing RCTV), two radio networks that comprise eight radio stations, and a press agency. It is therefore especially important to protect vehicles for dissenting voices to be expressed through television, radio, and newspapers.
In the case of RCTV, the government has alleged that the station and its directors have engaged in illegal and overtly political acts, including supporting the 2002 coup. Charges about illegal acts are more appropriately tried through the justice system and should not be used in a discriminatory way to decide on concessions. Other channels who played a similar opposition role during that time period have had their concessions renewed. Likewise, decisions about broadcast concessions based on political arguments can be intimidating to other broadcasters and contribute to self-censorship.
Q: Is Venezuela a harbinger for the rest of Latin America?
Citizens throughout the hemisphere are demanding a deepening of democracy, claiming their rights not only to elect their leaders, but also to have equal access to justice, to have personal security in their homes and in their streets, and to have a decent standard of living for their children. In many cases, citizens are frustrated at the inability of their governments to provide for these needs, and they have called for change through the ballot box or through street protests.
Venezuelans expressed their desire for change by voting for two "outsider" candidates in 1998, and choosing the one promising the fastest change. They have re-elected Hugo Chávez twice since then. The country has seen an "inversion" of power as previously marginalized groups now feel represented by those in power, and previously powerful groups now feel excluded from decision-making and democratic protections. The grand question for Venezuela, as elsewhere in Latin America, is: Can the society find a way to renegotiate a national democratic bargain that promises greater political, civil, and social rights – that is, a meaningful democracy – for all its citizens?
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Pregunta & Respuestas Sobre Venezuela
Jennifer McCoy, Directora del Programa para las América, Centro Carter
P: ¿Qué esta pasando con la democracia venezolana desde la reelección del Presidente Hugo Chávez en diciembre 2006?
JM: El Presidente Chávez anunció que profundizaría la Revolución Bolivariana y establecería el Socialismo del Siglo XXI. Para ello utiliza las ideas del siglo XIX de Simón Bolívar sobre la integración Sudamericana y un nuevo enfoque del socialismo basado en una economía mixta con mayor control del estado, distribución de las ganancias petroleras, participación de los trabajadores en las empresas y una mayor participación popular en el proceso de toma de decisiones políticas.
Para llevar a cabo estos cambios el poder legislativo nacional le garantizó el poder para legislar por decreto en un período de 18 meses y para promover reformas a la constitución de 1999. Esta delegación de autoridad le dio al presidente un grado sin precedentes de poder para tomar decisiones por el país, lo cual es un arma de doble filo. Por una parte, le da más eficiencia en el proceso de toma de decisiones, pero por otra, hace al país extremadamente dependiente de las ideas de una sola persona sin el beneficio del debate, ni del análisis de los pro y los contras de posiciones alternativas. Este enfoque reduce la posibilidad de una legitimidad política y de la confianza en el sistema democrático que se obtiene del debate público y de una significativa participación política, e incrementa la posibilidad del abuso de poder cuando los controles y balances están debilitados.
P: ¿La negativa del gobierno de renovar la licencia de RCTV, uno de los canales de televisión más críticos, daña la democracia en Venezuela?
JM: Los gobiernos en la mayoría de las democracias tienen la autoridad de conceder concesiones para el uso del espectro radioeléctrico público. Al mismo tiempo tienen la responsabilidad, de acuerdo con los tratados internacionales sobre derechos humanos y de sus propias legislaciones, de proteger y promover la libertad de expresión y la diversidad de fuentes de información libres de presión política. En Venezuela, los medios de comunicación –privados o del estado- han sido partícipes en profundizar las divisiones que existen en el país, reflejando y contribuyendo a la polarización política. Existen pocos espacios y oportunidades para el debate y el dialogo entre aquellos que apoyan al gobierno y quienes se oponen a éste. El poder legislativo nacional y la vasta mayoría de gobernadores y alcaldes son aliados del gobierno. El gobierno controla y es propietario de un importante número de medios de comunicación: Cinco estaciones de televisión - nacionales y regionales (incluyendo la nueva TVES que ocupa ahora la señal de RCTV), dos redes radiales que comprenden 8 estaciones de radio, y una agencia de noticias. Por lo tanto es especialmente importante proteger las vías para que las voces disidentes se puedan expresar por televisión, radio y prensa.
En el caso de RCTV, el gobierno ha alegado que la estación y sus directivos han estado involucrados en acciones ilegales y en actos abiertamente políticos, incluyendo el apoyo al golpe de estado de 2002. Los cargos por actos ilegales son tratados más apropiadamente a través del sistema de justicia y no deberían ser usado en una manera discriminatoria para decidir sobre las concesiones. Otros canales igualmente opositores durante esa epoca han tenido sus concesiones renovadas. Al otro lado, las decisiones referidas al otorgamiento o revocación de concesiones de espacios radioeléctricos basadas en argumentos políticos pueden intimidar a otras estaciones y contribuir a la autocensura.
P: ¿Es Venezuela un precursor para el resto de América Latina?
JM: Los ciudadanos a lo largo y ancho del hemisferio están demandando una profundización de la democracia, pidiendo derechos no solo para elegir a sus líderes, sino para tener acceso equitativo a la justicia, seguridad personal en sus hogares y calles, y estándares decentes de vida para sus hijos. En muchos casos los ciudadanos se sienten frustrados por la incapacidad de sus gobiernos de cubrir sus necesidades y han llamado al cambio a través de las urnas electorales y protestas en las calles.
Los venezolanos expresaron su deseo al cambio al votar por dos candidatos no tradicionales en 1998 y al escoger el que prometía el cambio más rápido. Han reelegido dos veces a Hugo Chávez desde ese año. El país ha visto un "vuelco" del poder cuando grupos antes marginados ahora se sienten representados por aquellos en el poder, y los grupos antes poderosos se sienten excluidos del proceso de toma de decisiones y de la protección democrática. La gran pregunta para Venezuela, y para otros países de América Latina, es: Podrá la sociedad encontrar un camino para renegociar un pacto democrático que prometa mayores derechos políticos, civiles y sociales –es decir, una democracia con significado- para todos sus ciudadanos?
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